Una de las cosas más placenteras que he hecho estas Navidades ha sido releer un librito en edición bolsillo, El cuaderno rojo, de Paul Auster (Booket, 2012), imprescindible para comprender el universo literario del gran escritor estadounidense. El subtítulo del libro, Historias verdaderas, no es marketing. Todo lo que cuenta Auster en estas páginas es real. Eso es lo que él afirma una y otra vez, y yo me lo creo. Y lo que cuenta no son sino breves y amenas historias marcadas por un denominador común: el azar.

Justo Navarro, uno de los traductores, avanza en el prólogo la vivencia traumática por la que tuvo que pasar Auster: siendo preadolescente, él y un grupo de compañeros de campamento fueron sorprendidos en el bosque por un vendaval que venía acompañado de rayos. Los chicos, intuyendo el peligro, entraron en pánico y se pusieron a rezar y a llorar. Finalmente, decidieron correr hacia un claro próximo para huir de los rayos. Mientras pasaban bajo una alambrada, el chaval que iba delante de Auster, a un metro escaso, cayó fulminado por un rayo. Le podría haber tocado al futuro escritor, pero el azar, su fiel compañero, se puso de su lado.

Esta desventura se queda corta --más allá de carga trágica-- respecto a las otras historias incluidas en el libro, algunas muy rocambolescas. Tanto, que si no fuera porque he hecho un pacto con Auster de creer sus palabras, pensaría que no son más que pura fabulación.

Estamos en deuda con el caprichoso azar: si Paul Auster también hubiera fallecido en aquel día aciago, nos hubiéramos perdido uno de los escritores más fascinantes de las últimas décadas.

Cuando me preguntan qué libro de Paul Auster merece la pena, siempre uso el mismo pronombre: «¡todos!». Pero, para empezar, un libro tan gozoso y a veces perturbador como El cuaderno rojo me parece una magnífica elección. Y a partir de ahí que sea el azar quien tome la iniciativa.

* Escritor