Una interminable lista de mujeres capaz de empapelar las paredes de otro inexistente y necesario Museo del Holocausto, escrita en el libro de la Humanidad, grabada a sangre y llanto con los nombres de brujas quemadas en la Edad Media, viudas enterradas con sus esposos muertos, adúlteras lapidadas, novias deformadas con ácido, niñas sometidas a la ablación del clítoris, mujeres golpeadas por un marido borracho o degolladas por un novio celoso, o enterradas en vida bajo un burka, o prostituidas en cualquier paraíso de turismo sexual, seguramente yace escrita y vergonzantemente olvidada en alguna parte como tantos pasajes oscuros que testimonian que Dios llora en la tierra desde que el mundo existe. Y pesadillas como las de las niñas violadas en Huelva y Córdoba y sus familias, cuando acabamos de conmemorar el cumpleaños de Marta sin Marta, tienen conmocionada a la sociedad y hacen crecer un nuevo bosque de las ausentes, para las que ya no hay reparación, y de las presentes, vejadas y martirizadas, con la vida marchita y marcada en su condición precisamente de mujer; una ominosa lista repleta de nombres que deberían golpear las conciencias del Estado del Bienestar, democrático y pacífico en que supuestamente vivimos y que se llama España. Porque como dice el defensor del menor, la violencia de género aparece en edades cada vez más tempranas y probablemente un patológico comportamiento mimético se da en esos niños, hijos adoptivos de Leviatán y del Señor de las Moscas, la indignación, el desconcierto, la ira y la sensación de indefensión crece, y la sospecha de incompetencia de los responsables de luchar contra ella provoca el humano deseo de venganza. Nuestro homenaje a Toñi , Desiré , Miriam , Sandra , Rocío , Mary Luz , Marta y la inacabable lista de inocentes víctimas de esos hombres que no aman a las mujeres. Porque la venganza no es la respuesta, pero tampoco lo es la impunidad.