Soy médico de atención primaria en El Prat de Llobregat. Personalmente no he tenido que dar la baja a ningún controlador aéreo (de momento). De todas formas, si tuviera que hacerlo, me olvidaría --a la hora de la valoración del caso-- de su sueldo y de su posición social, y únicamente entraría a evaluar el cuadro que me explica. Porque no es otra nuestra función que la de valorar lo que le pasa al paciente y actuar en consecuencia. No han de dudar acerca de nuestra honestidad. Solo ofrecemos la incapacidad laboral a aquellas personas que no pueden ejercer su profesión; sea esta la de bombero, profesor o president de la Generalitat.

Los médicos no nos sentimos a gusto gestionando las bajas. Se genera una situación incómoda. Muchas personas nos han colado una baja y hemos sido conscientes de ello a posteriori. ¿Qué puedes hacer entonces? Ruborizarte y tragarte el orgullo y la indignación que te produce e intentar que no vuelva a suceder. Nuestro margen de maniobra es mínimo. El paciente te explica unos síntomas y tú actúas en consecuencia. ¿Que las personas con ansiedad no deberían dedicarse a una labor que requiere tanta sangre fría? ¿Que ganan mucho más que cualquiera de nosotros? Quizá, pero ninguna de estas premisas debería ser colocada sobre la mesa a la hora de gestionar la baja de un controlador aéreo. ¡Bastantes condicionantes tenemos ya, entre sensaciones, susceptibilidades y temores, como para añadir otros a la hora de decidir! Creo que el conflicto en la gestión de las bajas tiene solución, pero requiere de una reorganización importante del sistema y personas dedicadas, únicamente, a poder controlar la evolución de las personas en situación de incapacidad temporal.

Francisco Marín Jiménez **

Correo electrónico