THtace unos días se debatió en el Congreso una propuesta dirigida al Gobierno para retrasar nuestro reloj oficial en sesenta minutos. Es decir, volver a la hora del meridiano del Greenwich, sincronizar nuestros relojes con los de Londres y Lisboa. España vive en una paradoja horaria desde que el dictador Franco decidió, en 1940, que en Madrid debía ser la misma hora que en el Berlín de Hitler . Este capricho arbitrario del tirano ha durado hasta nuestros días. El meridiano, esa línea imaginaria que atraviesa el globo terrestre, no sólo cruza el plácido suburbio londinense de Greenwich sino que también atraviesa España desde el Pirineo aragonés hasta Castellón.

¿Nunca les ha parecido ridículo retrasar el reloj al cruzar la frontera portuguesa? ¿Acaso no están Cáceres y el Alentejo en la misma longitud geográfica, con el mismo tiempo solar medio? Parece lógico, pues, abandonar la hora de Berlín para regresar al huso horario de Europa occidental, nuestra zona natural, el que nos corresponde. No hay razón objetiva (ubicación, clima, cultura) que justifique la anomalía. De la misma manera, Canarias tendría también que perder una hora, al tratarse de un huso horario más alejado. Con un horario regido por el sol, comeríamos a la una de la tarde y cenaríamos a las ocho, como todos nuestros vecinos europeos.

Actualmente, según la OMS, madrugamos demasiado y dormimos casi una hora menos de lo recomendado. Las mañanas, al ser demasiado largas, obligan a una pausa intermedia que alarga innecesariamente la jornada laboral. La reflexión puede parecer llamativa, pero es una de las medidas que los expertos consultados por el Congreso recomiendan, junto con muchas otras, para acabar de una vez por todas con nuestros catastróficos hábitos de trabajo, comida y sueño, racionalizar las maratonianas e improductivas jornadas laborales y conciliar la vida familiar y laboral. Para superar la tenaz crisis que nos ahoga no bastan los recortes, se debe aprovechar la oportunidad para hacer una reflexión profunda acerca de quiénes somos y adónde vamos. Sin ponernos filosóficos, todo el mundo sabe lo que falla. Estamos a tiempo de cambiarlo.

Twitter: yosergiodaniel