TPtrimero la localidad navarra de Barañáin, después la vizcaína de Getxo. Dos atentados han puesto música de fondo indeseada al alto el fuego permanente de ETA. No son buenas noticias. Llegan además pocas horas después de que el presidente Zapatero verificase que el cese de la violencia se estaba cumpliendo en todos los ámbitos. Es buena munición para los pesimistas, entre los que no me encuentro, al menos de momento.

Habrá que investigar si los ataques han sido orden directa de la dirección de ETA o iniciativa propia de los violentos que los ejecutaron. No afectará a quienes han sido víctimas de ellos, pero para valorar la marcha del proceso es un aspecto esencial. El ministro Rubalcaba se ha comprometido a dar muy pronto respuesta a esta pregunta fundamental, deteniendo y poniendo a disposición de la justicia a los autores.

Zapatero condenó el primer ataque, sin citarlo, recordando que en el proceso de paz "cabe todo menos la violencia". Y Rajoy dijo que "mientras no se disuelva ETA el Estado de derecho no tiene por qué moverse". Una reacción templada que hay que valorar positivamente. Cada uno ha remarcado las reglas del juego a quien corresponde, sin estridencias, sin salidas de tono, y esa es una buena noticia.

Sólo faltan los del otro lado. Cada minuto que pasa, ETA y Batasuna están desaprovechando una ocasión de oro para desmarcarse de lo sucedido. ETA, aclarando que no ha dado la orden de realizar los atentados y demostrando que aparte de imponer su autoridad con las pistolas a los otros, es capaz de imponer autoridad entre los suyos. Batasuna, condenando los atentados, sea quien sea el inspirador de los mismos. ¿O es que importa? Hemos escuchado hasta la saciedad a Otegi reclamar valentía a los representantes del Estado para afrontar este proceso con garantías de éxito, y se echa de menos esa valentía en los líderes de Batasuna para condenar definitivamente toda forma de violencia. Mientras no lo hagan, habrá razones para interpretar su silencio como cobarde o cómplice, incompatible en cualquier caso con su vuelta a la participación política democrática.

Esas son las reglas del juego. Todo lo demás es un macabro juego.

*Periodista