Los ciudadanos de las comarcas de La Serena y la Vegas Altas tenemos un hospital para más de 100.000 habitantes, el desastroso hospital de Don Benito-Villanueva, donde según un malicioso dicho: «se entra andando y se sale a hombros». Pero, si digo desastroso, no es por los profesionales que prestan en él sus servicios, en absoluto, quede esto bien claro. Por desgracia -o por otras razones, quizás inconfesables- los pocos que quedan hacen su trabajo lo mejor posible aún a pesar de contar con los medios justitos para llevar a cabo una profesión que es la más necesaria para las personas: «la salud primero, luego lo que haga falta».

«La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio», dijo Cicerón. De ahí este escrito para que la verdad se sepa de una vez por todas y se ponga a cada cual en el sitio que le corresponde. La culpa de lo que ocurre, reitero, no es en ningún caso de las personas que trabajan en el hospital (incluidos los pocos profesionales -especialistas- que quedan), sino de la mala gestión del centro hospitalario y de su masificación. Vergeles Blanca, consejero de Sanidad de la Junta de Extremadura, está más preocupado por lo que lo socialistas llaman externalizar para camuflar el aumento de la potencialidad de la sanidad privada en detrimento de la sanidad pública que es el servicio digno que la ciudadanía requiere; especialmente, esas más de ¡400.000 personas! Que en esta comunidad autónoma están en riesgo de exclusión social debido a su pobreza, aún relativa, pero que pronto será severa si no se toman las medidas necesarias. Es decir, sin apelar al arte de birlibirloque, necesitamos otro hospital solo para La Serena (no como el de Talarrubias que solo es un ambulatorio grande con camas) o uno de mayor tamaño donde sea, pero con los profesionales suficientes para que no haya que esperar para una consulta de cardiología ¡tres años! o ¡seis meses! Para una simple graduación tras la operación de una catarata.

Es una auténtica vergüenza que, por si no fuera bastante con la del tren, tengamos que soportar los extremeños (todos en general, porque miren Plasencia o ese «chucho» que acaba de hacerse en Cáceres) también una debacle sanitaria mientras nuestros políticos se ponen las botas con unos sueldos escandalosos y haciendo palacios de congresos de más de ¡20 millones de euros! y ¡300.000€! de mantenimiento anual, para que solo sirvan para una actuación musical o cualquier otro evento sin mayor importancia, pero que seguramente ha supuesto un gran «pelotazo» para algunos. Me pregunto: ¿cuántas personas recibirían una atención digna y rápida como requiere la salud con esos dineros si en lugar de destinarlos a la «farándula» se hubieran destinado a la Sanidad? Mas, no se hagan ilusiones, porque el actual consejero es del grupo de la socialdemocracia invertida y continuará externalizando para sus amigos y no va a cambiar. Es más, seguirá dando licencias sin proyecto a las clínicas que «sirvan a la causa» como hizo con la clínica La Serena de Castuera que después de casi ¡20 años funcionando ilegalmente! sigue protegida por los gerifaltes de su partido y, presumiblemente, la inestimable ayuda de la diputación provincial. Así pues, por favor, ¡un hospital ya! Pero como Dios manda, con médicos y aparatos decentes, y no como ese «bodrio» de Don Benito-Villanueva. Y, por supuesto, en La Serena primordialmente. Y al consejero que lo «laven» los mozos de su pueblo en la fuente de la plaza.