Una jornada de reflexión que no fue tal. El día anterior, en todas las ciudades españolas la misma foto fija de un grito unánime contra la matanza. El viernes, en Extremadura no llovía, eran lágrimas contra la barbarie. Y, ayer, de nuevo, la indignación. Contenida. En todos los rostros. El sosiego se quedó en suspiro. Y, hoy, de nuevo a la calle. Pese a la incertidumbre. Hoy tiene que llover de nuevo. Y serán votos. A cántaros.