Una huelga general siempre es jugarse el resto, que es lo que en las partidas de póquer normalmente se hace desde la desesperación de la falta de recursos o desde el entusiasmo de una jugada pretendidamente invencible. Nadie dispone de cartas ganadoras y los sindicatos tienen el crédito tan bajo como el Gobierno y los dirigentes políticos. Se trata de averiguar quién es tuerto en este reino de ciegos. Casi dos años de negociaciones culpabilizan a todos por falta de capacidad, pero legitiman al Gobierno a legislar cuando los mercados aprietan hasta el borde de la asfixia. Y ahora, con cuatro millones y medio de parados y noticias confiscatorias de nuestra soberanía económica cada día, se hace difícil oponerse a la regulación por decreto ley o por ley, que no es lo mismo.

El Gobierno debiera tener la inteligencia de lograr compañía en este trance parlamentario. Con dos objetivos: dejar una vez más en evidencia al PP si vuelve a tener la osadía de pretender ser el partido de los trabajadores, y facilitar que la soledad de Rajoy esté acompañada de un cierto arropamiento del Gobierno. Duran Lleida ha calificado de churro el borrador facilitado por el Gobierno, y él, que es todo menos faltón, se ha ganado el derecho a ser exquisito en sus exigencias al Ejecutivo al que salvó in extremis del abismo. Rodríguez Zapatero --que ha demostrado que se recupera del incendio más voraz-- necesita un pequeño respiro. Y tramitar la reforma laboral como ley le permitiría recuperar un talante que nadie recuerda porque todo el mundo ha entendido que en realidad era debilidad o prepotencia camuflada. Los sindicatos van a llamar a la huelga general porque a la fuerza ahorcan. Hay más pesimismo que indignación, y la infelicidad no es movilizadora como lo es la cólera. No es descartable que la paulatina destrucción del Estado del bienestar termine generando una inmensa revuelta, pero todavía lo que predomina es el miedo, y sabido es que este sentimiento paraliza. Para los sindicatos, esta huelga es a vida o muerte; para el Gobierno, si sale adelante será solo un revolcón más que ya está en parte amortizado.