TDtesde que se inventó la fotocopiadora nada hay oculto entre el cielo y la tierra. Me lo dijo un director que tuve y que no se fiaba ni de su sombra. Me enseñó a desconfiar de casi todo y prácticamente acabó con la pelusa juvenil que aún me adornaba. Con plumas de pájara adulta y muchos kilómetros de vuelo, asisto recelosa al desarrollo de los acontecimientos. Recuerdo a mi director y pienso en lo bien que su enseñanza le hubiera venido a Bárcenas. Lo que se deja por escrito puede acabar atrapado por la luz de la máquina, y que conste que desearía que fuera una manipulación como afirma el presunto autor de los asientos, burda o sofisticada, pero manipulación al fin y al cabo, y que los papeles resultaran ser falsos porque lo que está ocurriendo es malo para los españoles y para España. No quisiera que acabara confirmándose que el presidente del gobierno, de mi gobierno aunque no lo haya votado, se metía en el bolsillo sobres con dinero no declarado.

De verdad que desearía que resultara falso, pero ya he dicho que me quitaron la pelusa, y si alguna, contumaz, hubiera quedado aferrada, ya se habrá desprendido con los fuertes vientos de los últimos años. El asunto tiene mala pinta. La financiación de los partidos nunca se quiso que fuera clara, y de esas ocultaciones han venido estos y otros anteriores lodos.

Fotocopias de fotocopias, dicen desde el partido del gobierno para quitar autenticidad a los papeles publicados. Da igual las veces que se haya repetido el proceso, lo que importa es saber si el original es verdadero o fabricado. Urge saberlo, no vale que con la lentitud de la justicia y lo intrincado de los procedimientos, vayan pasando los días y de las primeras páginas pasemos a los sueltos.

Todos necesitamos que el tema se aclare: los españoles, Europa y, no se olviden, los mercados que siguen sobrevolándonos dispuestos a dejarnos los huesos mondos.