Luchar contra la especulación a golpe de fusil no parece muy buena idea, pero esto es lo que amenaza con hacer el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, después de comprobar la poca confianza que tienen los ciudadanos de la república bolivariana en sus medidas económicas.

El viernes, el líder venezolano anunció lo que llamó un "ajuste cambiario", que traducido al lenguaje común significa una devaluación del bolívar. El propósito de la medida era, en palabras de Chávez, revitalizar la economía productiva. Sin embargo, los ciudadanos entendieron otra cosa. Interpretaron que los precios de los productos de importación, que son la mayoría en el país caribeño, iban a subir. Aprovechando el fin de semana, se lanzaron a la calle a acaparar todo tipo de objetos a precio antiguo, en particular electrodomésticos y artículos informáticos, antes de que cambiaran al alza con el inicio de la semana.

Y no solo lo entendieron así los ciudadanos. Para los analistas independientes el cambio anterior era insostenible, pero también consideran que una devaluación como la anunciada --el 50%-- llevará a la subida de precios y al aumento de la inflación. Venezuela cuenta con una tasa del 25%, la más elevada de América Latina en el 2009, y la devaluación puede añadirle de tres a cinco puntos. La medida también repercutirá en una pérdida de confianza en la estabilidad económica.

El 90% de los ingresos del país proceden del petróleo. Si en julio del 2008 se pagaba a casi 150 dólares el barril, la crisis financiera global arrastró su precio hasta estabilizarse hoy en unos 80 dólares. El impacto negativo de este monocultivo petrolero supuso el pasado año una contracción de la economía venezolana del 2,9%, cuando la media para América Latina fue el 1,8%.

Con la devaluación, Venezuela ingresará muchos más bolívares por el petróleo exportado, recuperando así lo perdido durante la crisis. De este modo, Chávez dispondrá de mayor capital para repartir en lo que considera gastos sociales, particularmente cuando el país acaba de entrar en un año electoral y su popularidad está bajando, de un 60% de aprobación a un 50% antes de la devaluación, lo que no debe extrañar si se recuerda que en su momento había asegurado que la crisis global no llegaría a afectar a Venezuela. Cuando creó, hace tres años, lo que llamó el "bolívar fuerte", también dijo que se habían acabado las devaluaciones.