Gente desconocida que te rodea con mascarillas, gorros y batas; un espacio frío y tu desnudez ante todos; agujas, tubos, gomas... Si la sensación antes de entrar en un quirófano no es agradable para un adulto, es de imaginar que para un niño, todavía peor. Por eso, todo lo que se haga para dulcificar ese momento es poco.

Todos pensamos que ningún menor debería sufrir una enfermedad grave, un largo ingreso, una operación... pero sucede y, aunque se está avanzando en hacerles más llevaderos esos momentos traumáticos, queda mucho por hacer. No sé si faltan recursos, pero quizás escasea la sensibilidad.

Porque si no, no se entiende que el médico promotor de la humanización sanitaria en Madrid tuviera que «pelear» para conseguir que el padre o la madre puedan acompañar a su hijo o hija hasta el quirófano, hasta el mismo momento en que la anestesia hace su efecto después de la calma proporcionada por quien más le conoce.

Si en Madrid puede hacerse, en Extremadura también y en todos los hospitales. Porque los coches eléctricos que llevan a los pequeños hasta el quirófano son un gran avance, que arranca sonrisas y reduce la tensión, pero estos vehículos no han llegado a todos los hospitales. Ese sería el primer paso, la equidad, que un niño no tiene la culpa del lugar donde vive.

Y ya para ponerle un diez a la Sanidad extremeña sería la implantación del acompañamiento parental. Porque un pequeño, cuando le separan de sus padres para llevarle al quirófano, no suele pensar que va a un sitio mejor. Cuanto más pequeños, menos lo entienden y, cuando crecen, la procesión va por dentro, pero su mirada lo dice todo, como mínimo sienten miedo. Por eso, una mano, una caricia o la mirada de su madre/padre hasta dormirse no tiene precio. Según los expertos, tiene efectos terapéuticos en los pequeños, pero además, evitaría llantos, nervios, movimientos perjudiciales en quirófano...

Un ejemplo es lo que sucede en la sala de Reanimación. Cuando un niño despierta, lo primero que hace es llamar a su madre o padre y cuando este llega, llegan también la calma, el apretón de manos, el alivio. Sabemos que para entrar en un quirófano hay que cumplir unas normas de higiene escrupulosas, los padres también pueden cumplirlas, lo harían sin dudarlo. Siempre que cada uno sepa dónde está su sitio y no dificulte la tarea de los profesionales hasta la anestesia, todo serían ventajas.

Así que, tengan voluntad, busquen los recursos y pongan la Sanidad a la altura de los niños. H*Periodista.