TAtlgunos políticos tienen el honor de ser conocidos por sus dos apellidos y mientras que en algunos casos el segundo sirve para hacerse reconocer sobre un primero demasiado profuso, en otros casos ese segundo es el que sirve para mostrar un pedigrí que el primero no acierta a definir. El encuentro televisivo entre Rodríguez Ibarra y Carod Rovira ha servido para sacar algunas conclusiones apresuradas y en algún caso sorprendentes: parecieron coincidir en aspectos que aparentemente podrían ser más espinosos, como las estrategias en el País Vasco, y discreparon en aspectos de política lingüística que muchos considerábamos ya superados.

Lamentablemente, parece que al presidente extremeño no le harán cambiar sus posiciones sobre el caso Vera ni sus compañeros de partido ni un independentista catalán, pero sí que es cierto que cuando los políticos se alejan del lenguaje tabernario ganan en sensatez. Quienes esperaban una trifulca típica de horas marcianas se habrán sentido decepcionados, pero quienes creemos que escuchar activamente al adversario es más útil que descalificarlo pudimos apreciar que, como dijo el poeta Miquel Martí Pol, "tot est per fer i tot és possible" (todo está por hacer y todo es posible).

*Profesor y activista de los Derechos Humanos