Estuve en Chile una semana antes de la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, y el país se disponía a ser anfitrión de un encuentro en el que por primera vez se pretendía abordar nada menos que la cohesión social en una región con desigualdades extremas y 205 millones de pobres de solemnidad. Y la primera sorpresa fue que, más allá de las batallas políticas internas, los grandes debates de fondo no eran tan distintos a los nuestros. Cómo hacer que la economía crezca y cómo hacer que una inmensa mayoría de ciudadanos no vean esa prosperidad "solo a través del televisor", en palabras de la presidenta Bachelet . O cómo sumar a las mujeres a la vida pública, sin que los techos de cristal y el esfuerzo por las dobles jornadas dejen a muchas de ellas en el camino. Esto que aquí todavía nos cuesta resolver, se lo plantean países donde no existen las redes del Estado del bienestar, sin Seguridad Social, con una sanidad y una enseñanza pública raquíticas o inexistentes, con democracias recién nacidas en muchos casos y grandes y golosos recursos naturales. De esto iba la cumbre y, ya ven, las provocaciones y los exabruptos de Hugo Chávez y la espontánea reacción del rey Juan Carlos se han llevado por delante cualquier reflexión de fondo sobre el futuro de los latinoamericanos y el papel que España, sus gobiernos, sus empresas, deben jugar en su principal área de influencia. Especialmente cuando la mayoría de esos países consolidan sus nuevas legitimidades democráticas. Hugo Chávez ya ha demostrado que es imprevisible y que su afán de protagonismo se ha visto alimentado con este episodio en un momento muy oportuno para él con una convulsa situación interior. Todas las gestiones desplegadas desde el fin de semana para enfriar su verborrea parecen inútiles, puesto que el líder venezolano no rebaja el tono, pese a que todos se juegan demasiado. Y sin olvidar que en España estamos en plena precampaña, con toda la artillería partidista en posición de firmes, lo que puede convertir el incidente en un peligroso rifirrafe local con el Rey como protagonista.