TEtn el debate económico en el que están inmersas las diferentes autonomías a cuenta del déficit tiran de solidaridad, cuando se ven incapaces de cumplir y las cumplidoras hablan de reglas iguales para todos. Es el espectáculo de este país que no actúa a una, y que las autonomías con ser importantes y han jugado un papel fundamental, sino existe algún tipo de armonización, cada una irá por su lado. Y en este desequilibrio territorial parece que determinadas identidades mandan mucho. Algunos lo circunscriben a la lengua, otras al territorio, y la mayoría a la configuración espacial que marca la Constitución Española.

Pero en medio de esta especie de disputa para que nadie salga más beneficiado, poco sabemos los ciudadanos de lo importante, esto es, de cómo esas autonomías o territorios son incapaces de someterse al control económico, al que, en cambio sí nos han sometido a los ciudadanos. Porque a nosotros nadie nos ha dado tregua, ni pausa cuando se ha tomado la decisión de subir impuestos, de subir el IVA, de recortar prestaciones, y otros tipos de partidas presupuestarias, tan significativas como las que tienen que ver con la sanidad, o, por ejemplo, la Ley de la Dependencia.

Como ciudadana siempre me pregunto si esto tiene que ver con la capacidad de gestión de los responsables políticos, y con su apuesta por ajustar las cuentas públicas a las necesidades reales de la sociedad. Y es que respecto al déficit y a los recortes existen ya muchas manifestaciones contrarias, y ejemplos destacados significativos en países como es el caso de Estados Unidos y Japón.

XASIx pues, en el debate instalado en la sociedad respecto a cómo las distintas comunidades autónomas han hecho sus deberes respecto al déficit constituye en cierta manera un posicionamiento hacia la estructura actual de Estado. Esto es, o a todos se nos pide cumplir con el dato que nos piden desde el Gobierno Central, o ese mismo Gobierno Central puede, en base a ese concepto de la solidaridad, claudicar en las exigencias de las cuentas de unos y otros. Eso de la solidaridad suena bien, pero claro, debe ser un principio para siempre, porque si no supone cambiar las reglas de juego, dependiendo de quiénes la soliciten, y el peso de comunidades históricas sigue siendo grande.

Por eso, quizás, el papel de Extremadura en este debate es ciertamente significativo, porque ha de ser, sobre todo y por encima de todo, de posicionamiento de una Comunidad Autónoma, que en algunos parámetros está a la cola en el contexto nacional. Pero que si es capaz de afrontar sacrificios, debe reivindicarlos y no dejar que el concepto del nacionalismo sobrepase a las necesidades y demandas económicas de los ciudadanos.

La Comunidad Autónoma de Extremadura debe mantener una posición firme frente a esos tejemanejes, si los hubiera, de arreglos económicos entre otros territorios, para que lo que aquí se nos ha demandado como ciudadanos no sea la excusa de un mero sacrificio para la solidaridad de territorios supuestamente más ricos y con más medios que el nuestro. No se trata de individualizar al territorio español, pero cuando se trata de jugársela con el presupuesto público y la escasez en la que nos encontramos, ejercicios de funambulismo económico territorial sirven para poco.

Y desde luego Extremadura debe ser firme y consecuente con su papel y su trayectoria y no declinar dialéctica alguna cuando se trata de defender los intereses de una Región, que posicionalmente está en las antípodas de aquellas otras que solicitan sean indulgentes por causas económicas sobrevenidas. Que si estudiamos el fondo de la cuestión observaremos grandes improperios económicos, y gestiones públicas faraónica que han llevado a casi la ruina las cuentas de esas regiones que parecían concebir el dinero público como un mana casi inagotable.

En el reparto del déficit, por tanto, cabría decir que hay que ser solidarios, pero también cabrá decir, por comunidades como la extremeña, que haría falta un elemento corrector que evite que el no cumplimiento salga gratis, a pesar de estar cimentado desde el concepto altruista de la solidaridad.