XDxe la lengua se puede hacer un arma política de primer orden solamente con dificultar o prohibir su uso. Entonces, el nacionalismo, que es esencialmente un amor desbordado por la propia tierra, encuentra nuevos derroteros en el agravio a una de sus esencias, que es la forma en la que se expresan y se entienden sus coterráneos. El franquismo, con la prohibición del euskera, del gallego y del catalán fomentó la incomprensión entre españoles de la forma más eficaz que alguien puede concebir; obtuvo un arma con retroceso, de tal forma que la ofensiva contra esas lenguas españolas las armó de intencionalidad política para el futuro disgregador.

El gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero tomó una iniciativa inteligente de normalización lingüística con su petición a la Unión Europea de que considerara todas las lenguas españolas. Pero ahora, esos gestos sufren un nuevo retroceso en la polémica suscitada en el Congreso de los Diputados por las dificultades que encuentran algunos diputados catalanes, vascos o gallegos para expresarse en una de las lenguas oficiales en sus comunidades autónomas.

La pregunta que tendría que poner fin a esta estéril y ancestral polémica es ¿a quién pertenecen las lenguas españolas?

El catalán es patrimonio de quienes habitan dentro de las fronteras de la comunidad. Los aragoneses de la franja colindante con Cataluña y el País Valenciano, ¿tienen algo que decir de una lengua que para ellos también es atávica?

Todas las lenguas españolas son patrimonio común de los españoles que tenemos el derecho a poderlas aprender con facilidad y a ser atendidos en esos idiomas.

¿Por qué no empezar por crear un cuerpo de traductores en el Congreso de los Diputados y en el Senado que permita que los diputados y senadores que así lo deseen puedan expresarse en la lengua que consideren más conveniente?

El paso siguiente sería facilitar en los planes de estudios de todas las comunidades autónomas los mecanismos que proveyeran que los españoles de todas las latitudes puedan estudiar las lenguas españolas. Yo, si por algo me siento orgulloso de ser español, es por pertenecer a una cultura tan rica y tan plural como para disponer de cuatro formas de transmisión de la palabra.

¡Casi nada! El día que esa sea la forma ordinaria de abordar ese problema habremos avanzado una enormidad en el entendimiento entre los españoles.

Todas las lenguas españolas son patrimonio de los españoles, que tenemos el derecho a aprenderlas y a ser atendidos en esos idiomas.

¿Por qué no permitir a diputados que lo deseen expresarse en la lengua que quieran?