Parece que una tele americana ha mantenido en pantalla durante diez minutos la leyenda siguiente: "¿Bush es idiota?" Según Gracián, nuestro inagotable jesuita, la respuesta no tiene vuelta de hoja: "Todos los que parecen tontos, lo son". Como no nos atrevemos a imaginar que un amigo de Aznar sea un monstruo, afirmemos caritativamente que Bush es un idiota. Monstruos son Sadam, Bin Laden, Ahmadineyat y el jeque ese nuevo que arenga a los de Hezbolá. A un monstruo se le condena sin paliativos. Con los idiotas hay que ser clementes. De uno a otro hay diferencias inmensas. Por eso, a Sadam no le era lícito exterminar kurdos ni torturar opositores y al idiota se le dan palmaditas cuando fusila árabes a voleo (con ayuda la última vez del primer ministro israelí, otro angelito) o tortura en Guantánamo o quizás en Polonia (ahí reinan dos inquietantes gemelos, antijudíos estos).

XPOR ESOx el malvado iraní no tiene derecho a jugar con bombas pero al pobre idiota se le anima (y al aprendiz de idiota israelí se le tolera) a seguir fabricando armas de destrucción masiva. En otro orden de cosas, resulta intolerable que los indios contaminen tanto pero el idiota se pasa por el forro de los cojones el protocolo de Kioto; los chinos son unos bestias cuando ahogan a los campesinos para hacer sitio a sus presas y el idiota jugaba a los barquitos cuando se ahogaban (ahora se cumple el aniversario) sus negros de Nueva Orleans. O: Los europeos se aprietan el cinturón pero el idiota les está echando encima una deuda propia que nunca podrá redimir. O: Es inmoral dialogar con Otegui pero al idiota matón, torturador, contaminante y chapuza se le sigue recibiendo en los salones como si fuera una persona normal. Zapatero, que tiene ribetes de masón y carece de sentido del humor, fue el único que le echó narices y se negó a reírle las gracias a la banderita que nos quiso restregar por las mismas Aznar, en acto organizado por un ministro de Murcia que nunca fue responsable de nada porque, como él mismo reconoció, no tenía conciencia.

El simple de Zapatero, masón seguro, se imaginó que la banderita lucía varios lamparones de sangre. Incluso en Estados Unidos hay mucha gente sin humor. Un día un capitán le discute la legalidad de Guantánamo, otro un juez le afea que cotillee el teléfono de los vecinos. Al enésimo juez que le ha afeado que se cagara públicamente en los pantalones, el idiota le ha contestado que el juez no entiende el mundo actual. Y puede que tenga razón. Esto no lo decía Gracián, pero un idiota siempre tiene razón.

*Periodista