Hillary Clinton consiguió ayer los avales necesarios, convirtiéndose casi con seguridad en la primera mujer candidata a la presidencia del país más poderoso del mundo. Años antes, Obama había hecho añicos la pesadilla racista de siglos. Los esclavos de todos los tiempos, en la icónica figura de un hombre negro, se resarcieron antes que las mujeres de todos los tiempos de la infame historia. Suena fatal, pero es así.

Ayer también, en Valencia, durante los premios Jaime I, se leyó la declaración conjunta tradicional de los premios Nobel poseedores de dicho galardón. Y esos 23 hombres y ninguna mujer exhortaron a cumplir en todo su contenido la declaración sobre eliminación de la discriminación contra la mujer, proclamada por la Asamblea General de Naciones Unidas de 1967.

En el último episodio de El Ministerio del Tiempo, sus geniales guionistas imaginaban un disparatado actual imperio español, tiránico y espantoso, consecuencia de la victoria de la Invencible de Felipe II , en el que reinaba dentro de un nulo respeto por las libertades individuales, un machismo brutal. Afortunadamente, --no precisamente porque nuestras tropas fueran derrotadas por las inglesas-- vivimos en una España democrática que comparte los valores que han hecho de Occidente la parte más habitable del mundo.

Por eso, indigna el ninguneo, en los medios y en las instituciones, del triunfo de Muguruza en Roland Garros, o de la victoria del equipo femenino de gimnasia rítmica en el mundial de Guadalajara. ¿Dónde estaba la milésima parte de la cobertura de una victoria similar --masculina, claro-- en la tele? ¿Dónde las autoridades que acuden en masa al fútbol? ¿Dónde el rey que no se perdió el rugby, tan de hombres, claro? ¿Dónde Letizia ? ¿Dónde alguien? No bastan las grandes declaraciones. Si los más altos responsables no tienen sensibilidad o previsión para estar donde tienen que estar en el momento justo, estamos legitimados para dudar de su verdadero compromiso con la igualdad. Porque ¿cómo van a ser fieles en lo mucho, si no lo son en lo poco? Por mucho que lo proclamen.