La ministra alemana de Agricultura, Ilse Aigner , está siendo blanco de las iras de los consumidores de ese país tras el escándalo de dioxinas en piensos para animales. Aunque Aigner defiende que no existe riesgo para las salud de las personas, los alemanes la acusan de no endurecer los controles para no poner en peligro las exportaciones de la industria cárnica.