Periodista

Mi mente aún no se ha acostumbrado ante tanta abundancia. Lo decía este mismo periódico el domingo: AVE, autovías, trenes de cercanías serán una gozosa realidad en el 2010. ¡Tantos años suspirando, tantos artículos escritos, que nos puede parecer mentira tanta felicidad! Verdad es que aún tiene que discurrir este pequeño lapso de tiempo en la historia y largo en la vida de cada uno, sobre todo después de padecer la N-630 más de 37 años. Estamos llegando a un grado de euforia que podríamos decir aquello de "ya podemos morirnos a gusto" sin que se nos acusase de necrófagos.

Habrán advertido mi preferencia por la Autovía de la Plata, sin menospreciar al AVE y que por fin se haya desvelado el misterio portugués. Y la rapidez europea para la financiación. Desde Extremadura es muy de agradecer que se hayan inclinado por nuestras tierras. Por parte española, parecía de lógica social y económica que se unieran Lisboa y Madrid a través de Badajoz y que luego haya paradas en Mérida, Cáceres, y, a ser posible, también en Plasencia, puesto que los diferentes trenes veloces (es de esperar que más que el Madrid-Lleida) alternarán la recogida de viajeros y mercancías. Una vez construidas las líneas férreas, electrificado el trayecto, todo será posible.

Pero la comunicación que más felicidad me causa es la conversión de la 630 en autovía. Una carretera que nos vertebrará el territorio de norte a sur, aunque falten todavía algunos años, ya no tantos, porque imaginamos que antes de marzo (elecciones generales) se inaugurará otro tramo.

La de la Plata, junto con las otras autovías regionales en construcción o en proyecto, más la N-V, completarán un mapa tan diferente al de hace 25 años que podremos decir que nos ha tocado la lotería. Porque ésta es la palabra mágica. Mucha gente considera que por fin nos han premiado el décimo, no de Navidad, pero sí el del otoño luminoso y cromático que Extremadura venía comprando, sin desmayo, año tras año. Algo así como que "de fuera han venido a solucionarnos el futuro". Aspecto muy peligroso en esta tierra porque significaría un retroceso considerable, como si no hubiera llegado la autonomía, como si no nos lo hubiéramos currado estos 20 años.

Muchos de ustedes, en especial los jóvenes, ni lo sabrán y los mayores, quizá no lo recuerden. Era tanta la sumisión y la impotencia que todo se confiaba al de fuera, al poder central de Madrid, para que pudiera llegar el cambio. La atonía, la característica especial del pensamiento dominante. La quejumbre sustituía a la esperanza.

Algunos de los escasos nostálgicos que aún se aferran al ancien régime no valoran lo que ha significado esta Constitución que ahora cumple 25 años. Algunos jóvenes, tampoco. Todo es tan normal ahora, que no pueden entender el significado de autonomía . Bien, mal o regular, la mayoría de las decisiones que interesan o afectan a los extremeños se toman aquí mismo, a pie de obra que dicen los constructores. Parecen pocos 20 años, pero la carretera de Cáceres-Badajoz era un camino de cabras. ¡Qué vuelco! ahora cuando los AVE y demás autovías se vislumbran en un horizonte de seis u ocho años.

Y, sin embargo, ¡faltan tantas cosas! Porque se vive en el presente con la vista puesta en el horizonte. Más y mejor trabajo, más viviendas al alcance de los jóvenes, más seguridad ciudadana, más diálogo y menos crispación. Porque seamos honrados, para mucha gente que no cogerá nunca un AVE, este anuncio les importará un bledo. Y sobre todo, no es la panacea, no es la antigua ilusión de que otros nos van a arreglar el futuro porque pudiera correrse el riesgo, ante tanta euforia, que ya tenemos todo el trayecto hecho. Confío mucho más en los caminos del entendimiento que abre la Sociedad de la Información en Extremadura que en el asfalto reluciente de las autovías.

Pero que la alegría no decaiga.