La educación es la clave del desarrollo en todos los sentidos. Los que no están interesados en que la persona se despierte, procuran que la educación se degrade. Es la manera de engañar a los ciudadanos. La gente puede caer en la trampa. Hace años uno de los fundadores de la Universidad de Extremadura, el catedrático Senabre, escribió un artículo con el título Bajo el listón. Así nos va. Y sigue el descenso. Y Jiménez Lozano, premio Cervantes, nos ha dicho en una entrevista: «Hay una generación orgullosa de no saber nada y que no quiere aprender nada».

Nuestra Extremadura tiene que ser consciente de la situación. Hay que reivindicar en todos los sentidos. Nuestros jóvenes tienen el derecho a que se les prepare y se les abran todos caminos si quieres, por ejemplo, salir a buscar trabajo también en otros territorios de nuestra patria. Que nuestros políticos piensen si no se debe enseñar catalán y euskera en nuestro sistema educativo a todos los niveles. Eso sería poner a los jóvenes en un buen punto de partida para abrirse camino en esas regiones. Situarlos al nivel de los nacidos allí. Los problemas existentes muestran que los ciudadanos tienen que contribuir a solucionarlos. Son demasiado importantes como para dejar el asunto en manos de los políticos y sus partidos. Y habría que ver si no son precisamente si no son ellos precisamente quienes han creado los problemas y esto no se empeora.

Se nos llena la boca con la palabra democracia. Esta entraña sus exigencias. El magistrado del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, Luis Brandeis, dice que en democracia el cargo más importante es el de ciudadano. Lo cual entraña una buena formación, la única manera de cerrar el paso a demagogos y populistas.