WEwl presunto jefe de la célula que cometió los atentados del 11-M en Madrid nunca debería haber estado allí, sino en la cárcel. Allekema Lamari, terrorista condenado a 14 años de prisión, fue liberado por la Audiencia Nacional en junio del 2002, al consumir el plazo de prisión provisional, porque los magistrados no comprobaron que el Supremo ya había resuelto su recurso y dictado sentencia firme, que no permitía la excarcelación hasta dos años más tarde.

El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) investigará este error. Falta por ver si se debió a la desidia propia de una maquinaria judicial arcaica o se trató de un nuevo caso de la falta de comunicación y las diferencias de pareceres entre tribunales que a veces sólo encubren rencores profesionales. En la propia Audiencia hay antecedentes de excarcelaciones injustificadas por ambos motivos. Pero es dudoso que la apatía a la hora de confirmar la situación procesal de Lamari hubiese sucedido con un etarra. Podemos encontrarnos ante otro caso, que nos debería hacer reflexionar, de la falta de conciencia de la amenaza del terrorismo islamista hasta el 11-M, sin la cual tampoco se explican los errores policiales que hicieron imposible impedir los atentados.