Escritor

Avanza la idea de que El Corte Inglés es algo más que un supercomercio, y cada día son más los psiquiatras que lo recomiendan como medicina de choque. Se han dado casos de retirarles el fármaco y en su lugar llevar al enfermo a ver el gourmet, o darse una vuelta por oportunidades, y conseguir grandes avances en la salud. Es decir, que El Corte Inglés es algo más que una reserva espiritual donde presentar libros de tauromaquia (el último, el de Manolo Bermejo) o de cocina, y hasta puede ser el sucedáneo del Infanta Cristina en su rama más loca. Ya ha habido un caso, incluso de uno de estos enfermos que ha dejado su herencia a El Corte Inglés, con declaración incluso ante notario, haciendo constar los ratos de felicidad que le dio por el solo hecho de pasar por los perfumes y que te los tiren por la cabeza.

Creo sinceramente que no es descabellada la idea, porque me consta que doña Ramona, mi vecina, según me cuenta, ha mejorado desde que el médico de cabecera la manda estar dos horas todos los días delante de los mantones de Manila. Doña Ramona guarda recuerdos imborrables de cuando era madrina en las corridas de beneficencia, y el solo hecho de estar un rato delante de mantones de Manila y peinetas, le quita todos los dolores, y a pesar de estar impedida y en cochecito de ruedas, delante de los mantones se pone de pie con más rapidez que cuando sus hijas la han llevado a Fátima, que tiene que echar casi cien euros en los cepillos de Cova de Iría para sentir alivio.

Estamos ante una buena noticia. Ya era hora, porque llevamos veinticinco días desde que ha comenzado el año verdaderamente insufribles, y esta noticia, pues la verdad que da ánimos. Solo falta algún departamento para hacer carnavales todo el año, o lugares íntimos de encuentro fortuito, y estaríamos ante un hallazgo. Eso sí, no podría cerrar. Pero es cuestión de duplicar la plantilla con dos directores, uno noctámbulo y otro de día. Hasta bajaría la cuenta de la farmacia.