El régimen cubano se enfrenta por primera vez a su futuro a causa de la intervención quirúrgica a la que ha sido sometido Fidel Castro y la delegación temporal de funciones en su hermano Raúl Castro. No sólo por razones de edad --el líder cubano cumplirá dentro de pocos días 80 años y su hermano cuenta 75--, sino porque la dictadura del comandante, de casi medio siglo de duración, ha descansado en dos estructuras de poder, el partido único y el Ejército, que han gestionado la mitología de la revolución y el día a día, ajenas al paso del tiempo, aunque no a sus efectos. No hay duda de que el modelo cubano presenta síntomas alarmantes de esclerosis.

¿Significa que es la hora del anticastrismo tradicional, manejado por Estados Unidos desde hace casi medio siglo? Esta es la mayor de las incógnitas. El tiempo ha diversificado tanto y de tal manera la oposición a Castro, dentro y fuera de la isla, que cualquier operación de futuro deberá incluir la amplísima variedad de sensibilidades que engloban la oposición política y la disidencia intelectual, pero también a quienes durante décadas se han curtido en el posibilismo dentro del régimen. Y, en última instancia, corresponde a los cubanos decidir cómo debe ser su futuro en unas elecciones libres, sin injerencias y sin que nadie tome decisiones por ellos. Sería trágico para la isla superar la experiencia de una dictadura para convertirse en un protectorado más o menos encubierto.