TDtespués de escuchar la noticia de la muerta de un bebé en Zaragoza se te ponen los pelos de punta y una sensación extraña te recorre todo el cuerpo, impregnada de rabia y de indignación. Y yo me pregunto: ¿Qué se le estaría pasando por la cabeza a ese individuo que en el último momento tuvo el valor de abandonar a su suerte a esa criatura?

Una vez más una persona indefensa e inocente, deseada o no deseada, es víctima de un acto de cobardía y de irresponsabilidad brutal, de un cruel suceso demasiadas veces repetido, fruto de no sé qué razones ni de qué argumentos, pero eso sí, un hecho que viola y vulnera todos los cánones de derecho y de libertad, establecidos y admitidos como globales por la humanidad.

No alcanzo a entender situaciones de ese tipo, no encuentro respuestas a tan indeseable acto y me desespero en pensar que aunque la justicia y las fuerzas de seguridad logren aclarar los hechos y depurar responsabilidades, ese retoño no tendrá ya la oportunidad de vivir por la que estuvo luchando en el vientre de su madre hasta el momento de su alumbramiento.

Con emoción y consternado me dispongo a concluir mis palabras, no sin antes gritar a los cuatro vientos mi deseo más sincero de que quiénes toman la decisión --de manera intencionada o no-- de acabar con la inocente vida de un bebé, piensen que siempre existirán alternativas menos trágicas y que, al final de todo cuando pase el tiempo, habrá merecido muchísimo la pena el seguir adelante. felipe.sanchez.barbaextremadura.es

*Técnico en Desarrollo Rural