WGwrupos políticos independientes que alcanzaron representación en los municipios donde se presentaron para gobernar sus ayuntamientos --obtuvieron 144 concejales y en 7 localidades gobiernan por mayoría absoluta; fueron la opción más votada en otros diez y se han constituido en ´la llave´ de la gobernabilidad en once más-- están estudiando ´dar el salto´ a la Asamblea a través de una lista unitaria. La iniciativa ha surgido en la provincia de Badajoz, han celebrado ya varias reuniones y pretenden que también participen en la misma los independientes de la provincia de Cáceres. Será en los próximos meses --la siguiente reunión está prevista para el 11 de junio-- cuando se verá si esta opción puede o no cuajar.

La idea parte de la lógica de que, como independientes que son, se encuentran aislados en sus respectivas poblaciones y no tienen capacidad de presión en las instancias regionales, pues ningún partido ni grupo parlamentario va a representarlos ni a trasladar sus inquietudes. Muy al contrario, los tres partidos políticos con representación en la Asamblea se guardarían de trasladar esas inquietudes puesto que son adversarios en el ámbito municipal. Si a ello se le añade el dato de que en las pasadas municipales obtuvieron 40.000 votos, los cálculos --aunque son sólo cálculos que la mayoría de las veces no tienen traslación matemática-- les otorgarían hasta tres parlamentarios, la misma representación que actualmente ostenta Izquierda Unida. Una representación que sería muy poderosa si de las próximas elecciones surgiera una Asamblea sin mayorías absolutas.

Hasta aquí la teoría. La práctica es más complicada. Los grupos independientes basan su éxito en el prestigio y la confianza que generan en los votantes los candidatos que les piden su apoyo. Es decir, en el conocimiento directo y cercano: no hay siglas ni símbolos; hay personas. Y el cuerpo electoral vota a esas personas. Pero este activo se diluye, si no se pierde, cuando se arma una candidatura cuyos integrantes pueden ser muy conocidos en una zona, pero desconocidos en el resto. ¿Bastaría el aval de los candidatos municipales para que los votantes de éstos extendieran también su apoyo a la lista presentada para el Parlamento regional? Esta es la cuestión. ¿Y, por otro lado, con qué programa se presentan? Bien es cierto, y los partidos políticos no sólo lo saben sino que no se muestran insatisfechos porque así sea, que los programas tienen un peso muy relativo a la hora de depositar el voto, pero el ciudadano necesita conocer la opinión de esos grupos sobre los problemas de Extremadura, y no únicamente sobre los problemas de sus pueblos.

Por otro lado, una candidatura así anima la vida política extremeña al aparecer en escena un nuevo actor que introducirá una voz distinta a las existentes. Es, al mismo tiempo, un síntoma de cansancio en una realidad política regional empantanada en la hegemonía del PSOE; la fuerte representación del PP, aunque inútil en términos de posibilidad de hacer cumplir ni siquiera una mínima parte de su programa; y la testimonial presencia de IU. ¿A cuál de estos partidos haría más daño una candidatura regional independiente? Difícil es saberlo, porque los independientes surgen como oposición a los grandes partidos.