Yo no sé si es lo mismo dignidad que elegancia, aunque se parece mucho. Y me gusta definir, pese a los materialistas, la dignidad como elegancia del espíritu, que nada tiene que ver con lucir prendas de Christian Dior. Es la dignidad algo que preserva del mal gusto en las conductas y por tanto incluye siempre respeto a los demás. Al próximo y al lejano, al que piensa como uno y al que no. Y respeto a uno mismo y a las instituciones que representa.

Se suele perder la dignidad a veces por culpa de la vida que maltrata, como relata por ejemplo aquella película terrorífica, Qué fue de Baby Jane, protagonizada por una sublime Bette Davis. También cuando uno pierde el control porque las circunstancias le superan o por ingerir sustancias que le perturban su raciocinio. Y que tire la primera piedra el que está seguro de que no le ha ocurrido alguna vez. Esos momentos deberían quedar en el ámbito de la vida privada y cada cual debería perdonarse y asumirlos sin que trascendieran. Corren, sin embargo, por las redes montajes indignos, ya sean fake o realidad, de borracheras o excesos de políticos, que solo persiguen desposeerlos de su dignidad. No son ellos los indignos, sino quienes se regodean como puercos. Y aunque la intromisión desvergonzada en la intimidad, más si es dolorosa, es un abuso de siempre, -recuerden por ejemplo aquellas imágenes atroces de Franco en su agonía llenas de morbo canallesco y vengativo-, la rapidez y facilidad con que ahora llega todo a todos presta un plus de peligrosidad.

También ocurre, sin embargo, que a un notable, entre comillas, le da por exhibirse indignamente. Es el caso de ese diputado inglés de larga figura, cuyo nombre no voy a buscar ahora en internet, que se durmió la siesta en plena sesión, demostrando así su desprecio por todo lo que representaba. Y es el caso también del premier británico, cerrando el Parlamento en el momento seguramente más crucial de la historia contemporánea de su pueblo. No hay humor inglés para eso, porque es una tragedia que un país digno tenga que sufrir tanta indignidad.

* Profesora