TEtl último estudio de Transparencia Internacional, la organización que se ocupa de discernir el grado de corrupción institucional en los diferentes países del mundo, sitúa a España, que ha perdido tres puestos en el estadillo de la honradez pública en un año, al nivel de Qatar. Ignoramos, ciertamente, la corrupción que pueda haber en Qatar, pues se trata de un país que suena poco, pero es muy probable que también ignoremos, en su verdadera dimensión, la que hay aquí. Un dato estremecedor, la existencia a día de hoy en España de ciento cuarenta alcaldes imputados por latrocinios diversos, no ayuda demasiado, sin embargo, a componer una idea cabal sobre la verdadera extensión del bandolerismo en las administraciones públicas, en las locales sobre todo, pues si en lo tocante a otros crímenes y delitos no se resuelven siete u ocho casos de cada diez, esto es, que apenas una cuarta parte de los delincuentes son capturados, imputados, juzgados, sentenciados y recluidos, ¿qué razón habría para negar tajantemente que el número de alcaldes españoles con actividades cleptómanas pudiera acercarse a los mil, y eso sin contar a los concejales, a los asesores, a los conseguidores, a los procuradores, a los notarios y a cuantos eventualmente hayan participado en sus exacciones como cómplices o como cooperadores necesarios?

Pero el estudio de Transparencia Internacional, pese a colocarnos donde nos coloca, no cuenta con una clase de corrupción que, de incluirse en sus parámetros estadísticos, nos pondría a la cabeza de la cola, o muy cerca: la inepcia. No cuenta con la inepcia, ni con el populismo barato, ni con la contratación de medio pueblo para asegurar sus votos y la mayoría, ni con el amiguismo, ni con el nepotismo, ni con el analfabetismo político, ni con ninguna de la muchas taras que adornan a esos munícipes de Monipodio que se gastan en aquelarres taurinos, en ferias y ruido, en narcóticos para el pueblo, lo que no se gastan en educación, en limpieza, en seguridad, en infraestructuras o en guarderías. Ahora bien; si Transparencia Internacional incluyera la inepcia en sus baremos, sólo la inepcia, los alcaldes imputados no sumarían ciento cuarenta, ni mil, sino una cantidad en verdad inconmensurable.

*Periodista.