La consejera de Educación, Eva María Pérez, tiene un problema que lidiar y sobre el que, afortunadamente para ella, cuenta con experiencia: hay un desajuste de plazas en algunos centros de Educación Infantil en las grandes ciudades, y particularmente en Badajoz. Estos días, un grupo de padres pacenses ya ha hecho llegar a la Dirección Provincial sus quejas porque sus hijos se han quedado fuera de los colegios en los que les gustaría que estudiaran.

La libertad para elegir centro educativo no puede ser ilimitada, del mismo modo que no es ilimitada la capacidad de un hospital ni lo es la de muchas facultades universitarias, y por esta razón existe la Selectividad. Por ello, los padres que en Badajoz no tienen reservada una plaza en el colegio que quieren para sus hijos no pueden esgrimir que las razones para que se las den "son tantas como familias" porque eso significa que debería haber plazas a discreción. Pero para que los padres puedan quedar convencidos de los razonamientos que tratan de hacerles ver que las plazas son limitadas y que hay que ajustarse a un baremo para adjudicarlas, ese baremo tiene que cumplir inexcusablemente dos condiciones: ser riguroso y ser transparente. Y actuar implacablemente con la picaresca. La Consejería ya se comprometió a adoptar medidas para sancionar a quienes buscan una plaza aportando datos falsos. Pero, con ser positiva esa disposición, no es suficiente. Una plaza escolar es un asunto importante para una familia. Y, por ello, la Junta tiene que extremar la seriedad para adjudicarla. Porque adjudicarla en tiempos de escasez significa que se le está denegando a otra familia. Y a ésta hay que darle argumentos precisos de que otros tienen más derecho.