Booktubers, influencers, reviews, followers... La cosa no pinta bien cuando nos topamos con tantas voces anglosajonas a la hora de conocer por dónde se mueve la literatura española en el siglo XXI. Eso dicen al menos: que el perfil de las personas más mediáticas e influyentes (la traducción al castellano de influencers) en el sector del libro es muy diferente al de décadas atrás.

He escrito «literatura española», pero habría que explicar que la literatura es tan solo uno de los palos que tocan estos influencers (se me permitirá hoy usar esta palabra, teniendo en cuenta el contexto). Pero hay más temas: dietética, belleza, entrenamiento personal, mindfulness, finanzas, marketing ...

El modus operandi es este: primero crean una comunidad en las redes sociales, sea YouTube, Instagram, Twitter... (lo cual, hemos de reconocer, tiene su mérito), y luego publican un libro que, por lo general, encuentra buena respuesta en las librerías y en las ferias del libro. Al fin y al cabo, si triunfan en la red, ¿por qué no habrían de triunfar a pie de calle? A partir de ese punto la migración temática no es complicada: a un influencer hemos de escucharle atentamente, hable de yoga o de novela histórica. ¿Por qué? Ya lo hemos dicho: porque es un influencer, esa persona a la que queremos o detestamos tanto como para seguir sus pasos.

Volviendo a la literatura, muchos añorarán la figura seria, erudita y a veces ensimismada del crítico literario que desde el conocimiento condenaba o santificaba a un autor o a un libro con una reseña publicada en un suplemento cultural o en una revista especializada. Esas personas como de otro tiempo que no se molestaban en compartir con el ancho mundo un selfie explicando lo que habían desayunado.

Los tiempos están cambiando, señor Dylan. Cierto. Y no habría nada que objetar si algunos de los influencers literarios más seguidos supieran un poco de literatura.