Doctor en Historia

Ridículo resulta recordar a estas alturas, en las que nuestra comunidad ocupa lugar puntero, cómo se acusaba a la Junta de vender humo cuando su presidente insistió en anunciar su decidida y prioritaria apuesta por las nuevas tecnologías de la sociedad de la información.

Pues bien, ahora la dificultad es mayor. Una vez que ha quedado patente el impresionante esfuerzo inversor no debemos dejarnos presionar por las prisas. Queda delante la tarea de rentabilizar las decisiones tomadas. Comencemos por la formación, por la familiarización ante los nuevos medios, por la proximidad de lo que ya está encima. A continuación no tendremos que pararnos, todavía quedan muchas iniciativas en el sector, por ejemplo de la cultura, por poner en marcha: bibliotecas y archivos que digitalizar donde los documentos del pasado, la prensa, revistas..., que cada vez son más consultados, podrían transferirse más fácilmente, guardar copias en ficheros, sacarlas de manera inmediata y no tediosa en papel... Habría que fomentar, como ya se está haciendo, la cultura de la red, la masiva utilización del correo electrónico.

No se puede obviar que estamos ante una revolución, y como en todos los procesos de cambio, lo que se modifica más lentamente son las mentalidades. Por tanto, habrá que esperar no el relumbrón del corto plazo, sino el medio para ser conscientes de la dimensión real de tan ingente transformación socio-cultural. Y quejémonos de lo que no nos guste. Y propongamos alternativas. Y no creemos problemas a las soluciones. Utilicemos el espíritu crítico para avanzar, para construir. El tiempo nos dará la razón. Pero las medidas de los ciclos, no lo olvidemos, son las del siglo XXI.