WLw a difusión por el PP de una declaración grabada de la secretaria general, María Dolores de Cospedal, es el último episodio de la costumbre cada vez más extendida entre los partidos de aislar a sus dirigentes y ponerlos a salvo de la prensa. La multiplicación de ruedas de prensa sin preguntas, tan frecuentes en las campañas electorales o cuando se dan situaciones comprometidas, los eufemismos para eludir una respuesta o no acogerse simplemente al clásico "no hay comentarios", perfectamente asumible, y otras maniobras de evasión por el estilo no hacen más que adulterar la función de los medios informativos y situar a los políticos en el interior de una campana de cristal, como si entre sus cometidos no figurara la obligación de dar explicaciones a los ciudadanos. Debieran entender los partidos de una sociedad democráticamente madura que una declaración formulada sin mediar la labor escrutadora de los informadores no tiene más valor que el de la mera propaganda, tan legítima como insustancial. Es incluso dudoso que tengan interés las palabras pronunciadas por un político frente a una cámara de su propio partido, sin que participen en la cadena comunicativa intermediarios independientes. En última instancia, y resulta ocioso recordarlo, los medios informativos cumplen en los sistemas democráticos una función indispensable de control, interpretación y crítica. Y aún resulta más ocioso invocar el derecho a estar informados de los ciudadanos, requisito indispensable para que ejerzan otro derecho fundamental: el de ser actores políticos.