XAxhora que se están cuarteando los principios morales del mundo, de manera excesivamente peligrosa, según decía el lunes Vaz Romero en este mismo periódico, asistimos a una florescencia de informes que nos abruma y nos sobrecoge. Al menos uno se siente en la obligación de admitir que no hace otra cosa que refugiarse en la prosa aséptica de los informes, por ver si con ellos llego a hacerme una aproximación de qué diablos de mundo es del que estamos hablando. Pero lo malo de los informes es que son desesperanzadores, no dan cuartel ni al sosiego ni a la ilusión.

A través del informe Carbó, realizado para la Fundación de Cajas de Ahorro, nos enteramos de que en Extremadura no se ahorra, que sólo el 19% llega holgado a fin de mes. El resto, que somos casi todos, llegamos cezando y con la lengua de la cartilla de crédito roja de números e infartada de ausencias lamentables. Por lo que se ve en este informe, Extremadura avanza inexorable hacia su destino. Por un lado, ya somos la cuarta región donde más ha crecido la deuda hipotecaria por individuo. Algo es algo. Crecemos, aunque hacia abajo. Por otra parte, baste recordar que no hace mucho esta región se la repartían solamente dos colectivos que bien podríamos englobar del siguiente modo, en cotos privados de caza y cotos religiosos de persuasión. Ahora ya son cuatro. En esto también hemos prosperado. A los anteriores hay que añadirles el addenda de los funcionarios y los especuladores de viviendas. Si, además, pensamos que bajo la tripa de estos monstruos se esconde esa bandada de pececillos limpiadores que forman los abogados, banqueros y demás etcétera, no nos queda sino concluir que el progreso de la región es sobradamente palpable y que sólo los enfermos de resentimiento cierran los ojos a la evidencia. Otro informe sin desperdicios es el que el Ejército ha encargado al general Antonio Tabuga para investigar las torturas a los presos iraquíes. Este informe es por sí mismo terrible, entre otros motivos porque lo que pone de manifiesto no son las prácticas aisladas de unos pocos bárbaros, sino el ejercicio metódico de un sistema de tortura diseñada desde las más altas esferas con el fin único de reducir al enemigo a la categoría de piltrafa. Lo visto en la prensa se asemeja tanto a lo profetizado por Orwell en su novela 1984 que da grima pensar lo certeros que son los escritores y los filósofos del pesimismo. Es que no yerran una. Por tenerlo todo, el informe Tabuga hasta tiene punta de ironía. Entre los acusados se encuentran dos civiles. Dos tipos de una empresa llamada Titan Corporation y que ingresa unos mil millones de dólares por sus servicios de inteligencia . Y digo yo que, si esos son los métodos que el Titan usa para aplicar su inteligencia, pues aviados vamos.

Otro informe que sale a la luz por estos días es el que Antonio Roqueñi y Martha Wega han elaborado para esclarecer los escándalos sexuales de la Iglesia Católica. No deben ser muy alentadores los datos ni las conclusiones a las que han llegado estos expertos en derecho canónico cuando la Congregación para la Doctrina de la Fe y el mismísimo Vaticano han decidido silenciarlos. Según opinión de la doctora Wega, el criterio que sigue la Iglesia es que es mejor que ocho inocentes sufran a que miles pierdan la fe. Así es, hay que taparle la boca a los informes. Su prosa es árida y tan real y tan despojada de efectos especiales y de bisutería de ultratumba que acabará por convertirnos a todos en unos descreídos. Y así no hay Dios que gobierne nada.

*Escritor