Pocas veces está tan justificado recuperar los temas pendientes, como es costumbre en el mes de septiembre, como este año: no pocas decisiones económicas que podían tomarse hace un par de meses se pospusieron con el argumento de esperar "hasta después de vacaciones".

En este periodo se han ido conociendo los datos necesarios sobre la evolución de la economía española para abordar el próximo cuatrimestre, que será, definitivamente, el que medirá el alcance de la crisis económica que también atraviesa nuestro país y la capacidad de respuesta tanto de las autoridades como de la propia sociedad civil.

Son relevantes dos cifras de partida: un Producto Interior Bruto (PIB) al borde del estancamiento, con un magro aumento del 0,1% en el segundo trimestre, y el fantasma de una inflación excesiva para tan poca actividad, aunque la cifra adelantada por el Instituto Nacional de Estadística para el cálculo del Indice de Precios al Consumo (IPC) armonizado en la eurozona permite abrigar esperanzas, porque en agosto se redujo cuatro décimas, hasta el 4,9%.

Lo más sintomático, para bien, es que se confirma la relación directa entre inflación y precio del petróleo: hace un año, el barril se cotizaba a 70 dólares y el IPC era del 2,2%. Un año después, ambas cifras se doblaron: 140 dólares, como máximo, por barril, e inflación rayana en el 5%.

En este mismo sentido, el último pronóstico es que, si no se producen sobresaltos --es decir, que la cotización del crudo ronde los 120 dólares--, los precios pueden moderarse de aquí a diciembre hasta el 4%, o menos. Así las cosas, parece pues que sería el entorno ideal para que el Banco Central Europeo relajara su política de tipos de interés, lo que enviaría una buena señal, aunque sea insuficiente, para que las familias y las empresas de nuestro país recuperaran confianza para gastar e invertir, una confianza que ahora han perdido.

En el sector público, el gran ato conocido los últimos días es que se acabó el superávit del Estado de los últimos años. Tiene su lógica: a menor actividad, menor recaudación, pues caen los ingresos por IVA, Sociedades e incluso IRPF (en este caso, por la devolución a plazos de los 400 euros), y eso se agrava con el aumento de los despidos y el gasto en prestaciones.

Ya está dibujado el entorno en que se va a mover la economía española en los próximos meses. Con fuerte dependencia, es cierto, de lo que suceda en el corazón de las locomotoras globales (EEUU, el eje franco-alemán, Japón...). Pero si septiembre es clave se debe a que es el mes en que se toman las grandes decisiones macro y micro: los Presupuestos del Estado, los de las empresas y los de las familias. Los datos acumulados en pocas semanas son incontestables: es hora de actuar.