XExn la última encuesta publicada por el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) aparece ya la inmigración como la segunda preocupación de los españoles, después del paro. Por ello se impone abordar este fenómeno y esta realidad de forma clara y decidida, alejándose de estereotipos y falsedades.

Los datos de los distintos registros cuantitativos que conocemos nos muestran la siguiente fotografía estática de nuestra región: casi 10.000 personas inmigrantes estaban dados de alta en la Seguridad Social en noviembre pasado; más de 23.000 extranjeros tienen tarjeta o autorización de residencia y alrededor de 30.000 inmigrantes están empadronados en nuestros municipios, lo que supone el 3% de la población extremeña.

Los datos fríos nos muestran una realidad que se va imponiendo poco a poco. Una realidad motivada principalmente por la búsqueda de un trabajo y la mejora de las condiciones de vida. Una realidad en imparable aumento.

Sobre las causas de porqué Extremadura ha pasado de ser una región de emigrantes a una región receptora de inmigración ya se ha hablado y no hay grandes diferencias con respecto a otras zonas de España. Este cambio es ya una realidad a la que no podemos dar la espalda. Ante la inmigración no podemos ser sólo meros espectadores o sufridores, sino como gente que, directamente o de forma muy cercana, a través de un familiar, hemos sufrido las penalidades y los sinsabores de tener que salir de nuestros pueblos y ciudades y vernos como extranjeros en otros países o regiones. Este hecho nos debe hacer ver a los extremeños el fenómeno de la inmigración de otra manera. Porque cuando uno pierde su memoria histórica puede repetir sus errores o los errores de otros que hemos sufrido.

Junto a estas premisas hay que tener en cuenta otra de gran importancia, de la que no somos conscientes o no queremos serlo: la inmigración es necesaria para el desarrollo económico y social de Extremadura. La economía extremeña está mejorando y parte de ese progreso es debido a la incorporación de trabajadores inmigrantes. Valga como botón de muestra el del sector tabaquero en nuestra región. Independientemente de los nubarrones que se ven en el horizonte futuro. Sólo nos hemos de hacer una pregunta: ¿Este sector se hubiera desarrollado en la medida que lo ha hecho sin la mano de obra inmigrante? La respuesta es contundente, no. Hay que afirmar que las personas inmigrantes están cubriendo los puestos para los que no hay mano de obra suficiente. Pero como decía, la inmigración ha contribuido también al desarrollo social de España y por ende de Extremadura. La bonanza económica de los fondos de la Seguridad Social, que incluso va aumentando su fondo de reserva, se debe en un porcentaje importante a las cotizaciones que el trabajador/a inmigrante que en su mayor parte tiene entre 25-40 años, está realizando. Dicho en román paladino; ingresan mucho y gastan poco, ya que no disfrutan en la misma proporción que los trabajadores nacionales de los beneficios y prestaciones. Pero no todo es positivo desde el punto de vista laboral. Esta mano de obra necesitada, sin información de sus derechos... acepta condiciones laborales por debajo de las medias alcanzadas en el mercado laboral extremeño y consagradas por los distintos convenios existentes en al región. Y junto a esta problemática existen otras de ámbito social, como puede ser las que afectan ya a la segunda generación de jóvenes inmigrantes en nuestra región y que es necesario abordarlas sin más espera.

Es el momento en el que la sociedad extremeña debe empezar a reflexionar primero y diseñar después respuestas para afrontar el fenómeno de la inmigración sin conflictividad ni acritud social: y no solo a nivel asistencial o puntual a modo de campañas de apagafuegos. Es el momento de marcar políticas integrales para la población inmigrante asentada en Extremadura, dirigidas a su integración laboral y social en todos los aspectos y con todas sus consecuencias. Pensadas para que participen en la sociedad extremeña mediante asociaciones propias y mediante su integración en sindicatos y partidos políticos. Junto a estas medidas dirigidas a la población inmigrante se han de diseñar también acciones dirigidas a la población extremeña para enterrar posturas insolidarias y xenófobas que están siendo alimentadas por bulos y falsedades. Hay que desarrollar acciones marcadas por el respeto a lo diferente, asumiendo la interculturalidad como un valor de nuestra sociedad y como principio rector de la convivencia de la sociedad extremeña.

*Secretario de Acción Socialy Migraciones de UGT-Extremadura