El embajador español en la ONU se ha quedado sin vacaciones por irse de la lengua. El Gobierno le ha ordenado que regrese a Nueva York. ¿A quién se le ocurre decir que si no aparecen la supuestas armas de destrucción masiva en Irak, argumento principal de la guerra, "todo queda en tela de juicio"? Pues eso se le ocurre a Inocencio Félix Arias Llamas (Albox, Almería, 20-4-1940), en el puesto desde el año 1997. Chencho llevaba meses tragando quina en EEUU, y el calor español le ha derretido.

Diplomático de carrera, Arias ha ostentado desde 1979 importantes cargos en el Ministerio de Asuntos Exteriores (director general, subsecretario y secretario de Estado) en los gobiernos de UCD, PSOE y PP. Aunque él, que no milita en el partido gubernamental, no se esperaba ser el embajador en esta etapa en que España preside el Consejo de Seguridad, la ministra Ana Palacio le confirmó el año pasado. En la crisis de Irak se esforzó por hacer compatible la posición oficial de Aznar con su personal fe en la ONU. "Yo no me tapo --declaró en marzo--. Me entrego y trabajo. Eso no quiere decir que esté de acuerdo con todo". Cuando algún periodista le advirtió de que su defensa de la beligerante posición del Gobierno español podría ser una mancha en su carrera, él sentenció: "Ahora hay más base jurídica que en Kosovo".

¡Qué error! ¡Qué inmenso error!