Se acerca la vuelta al colegio y la inquietud crece en las familias. La tardanza en los acuerdos para el retorno a las clases, los muchos flecos por concretar, el temor a un nuevo confinamiento y la dificultad para conciliar pandemia, trabajo y paternidad son las principales preocupaciones que los lectores de EL PERIÓDICO han compartido con este diario. A todos los interrogantes compartidos se suman las particularidades de cada familia y del centro educativo de referencia. Dudas sobre cómo se adecuarán algunas escuelas al ratio indicado de 20 alumnos en Primaria. Dudas sobre qué ocurrirá si los pequeños entran en cuarentena o si es el profesorado el que debe mantenerse confinado. Y, sobre todo, dudas de cómo la situación puede afectar el equilibrio emocional de los niños y las niñas.

En Extremadura serán los padres los que tomen la temperatura a sus hijos en casa antes de ir a clase. Firmarán una declaración responsable de que se comprometen a ello. Si la cifra sube de 37,5, «ya deberíamos tener cierta precaución», dijo el consejero José María Vergeles. No obstante, los centros también contarán con termómetros infrarrojos para aquellas familias que no lleven a cabo este protocolo. «Lo que se pretende es que haya colaboración para que no se produzca atasco en la entrada», reiteró el extremeño.

No se harán test rápidos a los profesores como en otras comunidades como Andalucía. Solo se aplicará la PCR a los docentes cuando bien en la zona que residan o bien el área donde esté el centro haya una alta incidencia de transmisión.

En cuanto al número de alumnos por aula, será un máximo de 20 por aula en todos los niveles, aunque se tendrá que debatir con los sindicatos en la próxima mesa sectorial. Ahora mismo la media en Secundaria es de entre 30 y 35 estudiantes.

Esas son las principales normas que se aplicarán en Extremadura para la vuelta al cole. Resulta difícil asumir tanta incertidumbre. Aunque hay voluntad de comprensión, sobrevuela la sensación de que la infancia ha sido la gran olvidada. Las familias requieren mayor implicación de la Administración. A falta de certezas sobre la evolución del virus, resulta obligado trazar planes que contemplen los diferentes escenarios. La improvisación no puede marcar algo tan fundamental como la educación.