Las palabras se inventaron para comunicarnos, para comprendernos, para entendernos. Sin embargo, los más sinuosos pronto se dieron cuenta que también servían para confundir, erosionar y zaherir a nuestros semejantes. Y es así que, en este breve pero intenso Gobierno socialista, propiciado por una legitima moción de censura, las mentiras, insidias y maledicencia de representantes de Cs con el veleidoso Rivera a la cabeza y, sobre todo, del PP, con el exultante e insultante Pablo Casado a los mandos del partido, han agotado el vocabulario susceptible de ser utilizado como arma arrojadiza.

Pero, resulta que, nos guste o no, estamos condenados a convivir y, por tanto, a entendernos. A entendernos desde el respeto y la consideración al otro, porque el insulto y la mentira es el camino más tortuoso para el acuerdo y para la convivencia serena y fértil de cualquier sociedad. La obstrucción y los ataque sin cuartel de Cs y PP a las políticas de Sánchez han conseguido derribar al Gobierno. Derribo del que se sienten orgullosos y felices porque alienta en ellos la posibilidad de alcanzar el puesto del destronado, pero que, sin duda, nos privaran a todos de muchas de las medidas sociales, económicas y fiscales que con tanta urgencia necesita nuestra sociedad.