Dicen que la vieja política es aquella en la que se toman decisiones a puerta cerrada, ocultando e incluso tergiversando la realidad de los hechos, con el objetivo de que el ciudadano forme una opinión distinta a la que tendría en caso de conocer todos los elementos, normalmente asociados a intereses partidistas o personales que no conviene airear al común de los mortales.

Tan antigua es esa vieja política que todos ustedes conocerán a través de la literatura y la pantalla episodios de intriga en las cortes reales desde hace ya algunos siglos de los siglos. Personajes de la nobleza, marqueses, duques, conde duques y toda la titulitis del rancio abolengo patrio, que conseguían sobrevivir y mejorar su linaje a base de conspiraciones, traiciones y mandatos reales.

Esa era la política que se vuelve a repetir en una Extremadura nuestra cargada de personajes a los que se les podría someter al paralelismo de la historia, no por su importancia sino por su torpeza estratégica, más propia de aspirantes a, salvando las distancias.

Esta semana veíamos la foto de Vara y Borruel saliendo de un bar en Badajoz. Uno para la derecha y otro para la izquierda, ilustrando a la perfección lo que vendría después, los modos y maneras. Varias versiones sobre el contenido de la reunión. Temas personales, sanidad, presupuestos, pero siempre sobrevolando esa posible moción de censura que la oposición venía dejando entrever, supuestamente por haber perdido el PP al hombre que permitía el diálogo en el Ayuntamiento de Badajoz, el nuevo director general de la Policía Nacional, «sin el que es imposible entenderse con el equipo de gobierno».

Sin embargo, la reunión entre Vara y Borruel se produce un mes antes de ese nombramiento, tiempo desde el que se han estado sucediendo reuniones donde, como ha reconocido Podemos, se han tratado aspectos importantes para un nuevo equipo de gobierno y se ha estado cocinando en los fogones una moción de censura.

Intrigas palaciegas que vuelven a repetirse dos años y medio después de la moción de censura presentada por Vara, quien conoce perfectamente el daño que se produjo a la estabilidad y credibilidad de las instituciones, y que en lugar de enmendar su traición al pueblo extremeño insiste en repetir a nivel local de forma secreta, para posteriormente presentarse en Madrid como el hombre de estado, de consenso y de diálogo, pidiendo al PP extremeño una responsabilidad que ya ha venido demostrando sobradamente por lealtad única y exclusivamente a los extremeños.

Los badajocenses no se merecen que un presidente de la Junta se dedique a intrigar para que sus compañeros de partido arrebaten la alcaldía al que ganó las elecciones, a la lista más votada por los ciudadanos, sino que apoye desde la Junta para que Badajoz siga mejorando sus infraestructuras, su nivel de empleo, su comercio, su turismo, su patrimonio. Es mucho pedir para quien nada dio. Vieja política, por los siglos de los siglos.

* Diseñadora gráfica y diputada del PP