Se sientan los presidentes en la comisi­ón de investigación sobre el contrato de las ambulancias, el PP intenta dar mandobles con las ITV presuntamente obsoletas y que pondrían en peligro la seguridad en las carreteras, Ciudadanos continúa apostando por la tierra de nadie en el asunto de la mina de litio en Cáceres, mientras en Badajoz hay vecinos que cuentan por cientos los problemas en aceras y calzadas de circulación.

Como la parodia que cada mañana hace el programa de Pepa Bueno contando la actualidad política en forma de capítulo de radionovela, los episodios diarios de la extremeña no dan últimamente para mucho en esta avisada y larga precampaña electoral donde no se aconseja arriesgar, las defensas predominan sobre los delanteros, y el discurso adquiere un perfil bajo ante la mirada crítica y cansada del espectador.

Las comisiones parlamentarias de investigación, si algún día sirvieron para obtener algún efecto político, hoy valen de poco. Solo darían algún interés al adversario si te negaras a ellas, date, algo oculta, se diría. Por eso se constituyen con facilidad, a petición de parte, y dan lugar entre todos al protocolo oficial que comienza con una pequeña disputa a ver quiénes han de comparecer.

En esta ocasión, sobre el cambio de empresa concesionaria en el transporte de ambulancias, no han tenido por eso ningún problema en comparecer el presidente de la Junta actual, y el anterior. Si había alguna expectativa previa, quedó rápidamente desecha. Perfil bajo, prudencia, y si acaso la sorpresa del compromiso en el que Vara pone a la actual concesionaria al pedirle que retire las denuncias contra los trabajadores que presuntamente boicotearon el servicio en los primeros momentos.

Como la de las cajas de ahorro extremeñas compradas por otras foráneas, como la de los incendios forestales, indica todo que esta nueva comisión, seguramente la última antes de las elecciones de mayo de 2019, pasará sin pena ni gloria, y con unas conclusiones finales en las que más o menos cada cual repetirá la idea previa que tenía antes de empezar, y expresará mediante voto particular su discrepancia con el resto.

Capítulo a capítulo, de la novela política, caminaremos por unos meses de tácticas y estrategias, y mucho trabajo de calle en los partidos políticos, que seguirán dejando aparte una realidad diaria en la que un banco tras otro aventuran cuánto creceremos este año -sería un ejercicio interesante revisar a posteriori cuántas de esas predicciones se cumplieron-, sin que entre todos y como pueblo y colectivo nos fijemos más en cómo se reparte con justicia ese crecimiento macroeconómico, cada vez más dispar en sus efectos personales y domésticos ya que todos los datos hablan de una creciente desigualdad.

Hablan de una sociedad donde estallan todos los pactos y consenso sociales, y se extiende la selva estadounidense del sálvese el que pueda, con una cultura interior de empresa privada donde en vez de alentar la creatividad, confianza y la autonomía en el trabajo, se aplican estrictas modas canallas de hacer de cualquier trabajador un sospechoso de poner en peligro los espléndidos sueldos, delirios, excesos, incentivos, y planes privados de pensiones de sus ejecutivos.

Muchas empresas españolas, también en Extremadura, se han ido de esa forma al garete, llevándolas a una mediocridad e ineficacia insostenible, que solo se comprobaría netamente si tuvieran que competir con igualdad de condiciones en un mercado exterior.

Pero por suerte hay jóvenes en la región que siguen escribiendo algunos capítulos felices. De forma desconocida algunos regresan y encuentran proyectos, en pymes aún sin maliciar, donde ejercer su talento como esta semana hemos publicado en torno a la firma que ha diseñado un programa informático para vender billetes de avión, premiado en Alemania.