Estamos en época de cambios en muchos ámbitos de la vida. Y el de los medios de comunicación es un nicho de nuestra existencia que no solo no es ajeno a esos cambios, sino que es origen de algunos de ellos, en unos casos, y víctima, en otros. Los cambios pueden ir encaminados a la mejora, pero, también, pueden conllevar un empobrecimiento. Cuando se produce la adaptación a unas nuevas condiciones, podemos hablar de la evolución, un término con connotaciones positivas. Pero, a veces, como decía, esos cambios son a peor, porque se desandan veredas a las que llevó mucho tiempo y esfuerzo acceder.

En la prensa escrita, salvo en contadas excepciones, se están constatando los cambios desde hace años. Y, desgraciadamente, estos no están siendo afortunados. A pesar de disponer de recursos tecnológicos punteros, no se está innovando todo lo que se debiera. Las facilidades que ofrecen esas nuevas tecnologías se están traduciendo, por contra, en una sensible merma en la calidad de los contenidos. Y esto, en gran parte, es debido a que se está prescindiendo de miles de profesionales. Los contenidos exclusivos están convirtiéndose en oasis aislados en un mar de arena. Cada vez hay más contenidos de agencias, y menos de periodistas en nómina, corresponsales y enviados especiales. Los tuits y los comentarios de Facebook se han encumbrado hasta las cuatro columnas de más de una portada. Y se trabaja aprisa y corriendo para ser los primeros en contar unos hechos; pero no se dedican los esfuerzos requeridos para ser los testigos de la actualidad que más fidedignamente los reflejen.

En la prensa escrita, aunque resulte descorazonador, se tiene asumida esa crisis endémica en que está envuelto el sector desde hace años. Pero las dificultades, en los próximos años, no serán solo del papel, porque el modelo de negocio digital no es sostenible y adolece de un problema de credibilidad y dependencia aún mayor. Hemos llegado a un punto en que, como decía Denzel Washington, “si no lees los periódicos, estás desinformado, y, si los lees, estás mal informado”, porque se ha olvidado que “lo importante es decir la verdad, no solo ser los primeros”. Y esto, para una sociedad, es letal.