Era de temer que el IPC de octubre fuera malo. Ya lo había adelantado el INE antes de que terminara el mes, pero la realidad ha sido peor: la inflación interanual ha subido al 3,6%, superando una previsión que el propio vicepresidente Pedro Solbes había calificado de "mala, de manera inapelable". Pero ese mal dato, incluía otro nefasto: Extremadura es la región en que, con el 1,8%, más se incrementaron los precios en octubre. Se rompe así una tendencia sostenida que hacía que la región tuviera tradicionalmente un margen de al menos medio punto sobre la media nacional, y que ahora ha perdido en solo un mes. Extremadura es ya la segunda autonomía más inflacionista del país (3,8%). Con el IPC de octubre no solo se rompe la estadística, sino la posibilidad de seguir creyendo que los precios son dominables. No es de extrañar que los sindicatos hayan puesto el grito en el cielo ante estos datos --UGT ha calificado la subida de "brutal"--, porque lo que ha incidido de forma más significativa en la subida de los precios han sido los de los bienes de primera necesidad: vestido, calzado y productos básicos de la cesta de la compra. Productos imprescindibles para todas las familias; también para las de salarios más bajos como las extremeñas. Este sindicato también ha pedido que el Gobierno actúe con urgencia en tomar medidas para moderar los precios. Está demostrado que el incremento del precio de las materias primas tiene una incidencia muy relativa en el precio final. Su tesis de que al calor de la subida del precio del petróleo, del trigo, etc. están haciendo su agosto muchos especuladores tendría que ser tenida en cuenta.