TDtebe ser el verano, recién estrenado, o que estoy a punto de perder mi reloj de gritos y silencios de cada mañana: los recreos de los chiquillos del colegio de enfrente, pero el caso es que, pese a mis esfuerzos, no termino de encontrar la desviación hacia un moderado optimismo. Cuando suena el recreo y los gritos de los niños llenan la calle, también yo dejo el ordenador y les contemplo desde la ventana. He observado algo curioso: lo más pequeños corren por el patio sin ningún destino, sin una razón que justifique ese derroche de energías más que su propia edad; corren por correr, no juegan a tula, ni al balón prisionero ni a policías y ladrones. Corren desmesuradamente porque sí, porque supongo que se lo pide el alma y el cuerpo.

Hoy el mundo me ha parecido un recreo de los más pequeños del colegio, ese ir y venir siempre con prisas y siempre sin sentido, ese eterno correr sin más, como para demostrarnos a nosotros mismos que estamos viviendo la libertad siempre acotada de un recreo que necesariamente va a terminar aunque no sabemos cuándo.

A Bush , de visita por Europa, nadie le dice claramente lo que habría que decirle y nadie habla porque todos tienen muchas cosas que callar; todos. Y hablando de Europa: ¿alguien recuerda aquella Constitución que los españoles votamos los primeros dando ejemplo ? Y hablando de españoles, ¿por qué los gobiernos --todos-- se empeñan en ofrecer como una realidad objetiva lo que sólo es real en sus deseos? Si Maragall ]ha cumplido con creces cuanto se propuso ¿por qué no sigue? Y ya que anuncia que no va a seguir ¿por qué no explica de verdad la razones de su renuncia? ¿Acaso ha tenido algo que ver el Gobierno central? Y hablando del Gobierno, las infames palabras finales de Txapote , la desarticulada red de extorsiones, el anuncio de un verano caliente en la lucha callejera, los desplantes de Otegi ¿no aconsejarían dejar de correr en busca de ese inicio contra reloj de las conversaciones con ETA? No hablo de renunciar a nada sino de pararse un momento y dejar claro quién tiene la razón y el poder y por tanto quién pone las condiciones y marca los tiempos.

Podríamos hablar de la Conferencia Episcopal, tan preocupada ahora por la unidad de España y que miraba hacia otro lado cuando a las víctimas del terrorismo se la negaba incluso una iglesia para los funerales. Podríamos hablar de todo esto y de mucho más, pero el verano se ha instalado en mi cuarto de estar y dentro de poco los chiquillos se irán de vacaciones y yo habré perdido mi reloj sonoro y vital de las mañanas. Hoy no me sale nada.

*Periodista