WAwl cumplirse el tercer aniversario del inicio de la guerra ilegal que acabó con el régimen de Sadam Husein , Estados Unidos se encuentra atrapado en la ciénaga iraquí. Pero Irak también parece estar prisionera de una dinámica que tiene todos los visos de conducir hacia una guerra civil. Las dimensiones bélicas del ataque desencadenado hace pocos días para una simple operación de castigo en la región de Samarra reflejan hasta qué punto el Ejército más poderoso del mundo está lejos de controlar los focos de insurgencia.

El trasfondo de este desastre es, además, la parálisis que vive el proceso político interno iraquí desde la elección del nuevo Parlamento. Porque deja crecer la violencia sectaria, el terrorismo y la lucha por el control del petróleo.

Alguien deberá pagar por las cuantiosas muertes cotidianas de civiles que se producen desde la invasión ordenada por George Bush , que generan un odio hacia occidente. En Estados Unidos cala la idea de que la ocupación militar une a los musulmanes radicales y a los grupos terroristas contra su país. De ahí que crezca la presión para que se reduzcan las tropas, aunque eso preludie la posibilidad de que la inestabilidad se extienda a todo Oriente Próximo.