El presidente de la Generalitat, Artur Mas , dio ayer un salto al vacío en su carrera soberanista al anunciar un referéndum para el 9 de noviembre del 2014 en el que se preguntará a los catalanes, sin tener capacidad legal para hacerlo, si quieren que Cataluña sea un Estado. La convocatoria es fruto de un acuerdo entre los partidos que apoyan el derecho de autodeterminación de Cataluña (Convergencia i Unió, Esquerra Republicana de Catalunya, Iniciativa per Catalunya y Candidatura d'Unitat Popular), que cuentan con 88 de los 135 diputados del Parlamento catalán. Se alcanzó en una negociación exprés de dos días que ha permitido consensuar una doble pregunta ("¿Quiere que Cataluña sea un Estado?"; y, en su caso, "¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente?") que satisfaciera, o al menos no incomodara, a los cuatro grupos, cuyos planteamientos divergentes van de la independencia al federalismo.

Como no podía ser de otra manera, la convocatoria ha recibido una respuesta contundente del Gobierno español, que aseguró a través del ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón , que la consulta ni podía celebrarse ni iba a celebrarse, al no ser autorizada por el Ejecutivo de Mariano Rajoy . También el PSOE, que ha conseguido imponer en el PSC su tesis de respetar las competencias constitucionales en cualquier consulta de esta naturaleza, rechazó el acuerdo con un mensaje claro de unidad del país.

El paso anunciado por la Generalitat es de una irresponsabilidad absoluta y puede traer consecuencias de tremenda gravedad, porque de entrada fractura a la sociedad catalana innecesariamente. Es evidente que sus actuales dirigentes políticos han jugado con fuego y la situación se les ha ido de las manos. Y además, con el paso dado ayer, tratan de presentar una política ilegal de hechos consumados con el pretexto de que "Madrid no escucha". Un principio incierto por victimista cuando hace un año la Generalitat se acogió al Fondo de Liquidez Autonómico dispuesto por Hacienda. Y para terminar porque una iniciativa de esta naturaleza solo puede salir adelante con un acuerdo de mínimos entre Madrid y Barcelona que si ayer parecía lejos de producirse, hoy, tras el anuncio de Mas, está a años luz. Cualquier comparación con procesos similares, como el caso escocés, donde sí existieron pactos entre Escocia y Reino Unido para la convocatoria de un referéndum, es mera coincidencia.