De forma sincronizada, el ministro del Interior británico, el inquilino de la Casa Blanca y el exprimer ministro israelí Benyamín Netanyahu han dado las clave del significado y contenido ideológico del terrorismo desactivado por los servicio de inteligencia del Reino Unido. Se trata de ciudadanos, que según los expertos en márketing político pueden ser englobados bajo un magma ininteligible definido como islamo-fascismo.

El exprimer ministro israelí, representante de la derecha más extrema, envía un mensaje: "Si Israel desaparece, el objetivo del islamo-fascismo será Europa". Al hilo de la trama abortada por la inteligencia británica, sin necesidad de bombardear los barrios londinenses donde habitan mayoritariamente ciudadanos de origen paquistaní, trata de arrimar el ascua a su sardina.

La lección va dirigida a los europeos que aún creemos en la superioridad de los valores de la negociación sobre la fuerza irracional e injustificada de las armas. Aprovechando el terrible impacto que despierta el conocimiento de la tragedia que podía haberse producido, nos recrimina, una vez más, con gastados trucos dialécticos. La advertencia es lapidaria: "A ver si así Europa despierta, al menos esa Europa arrogante que quiere dar lecciones de moralidad a Israel".

Para Netanyahu también hay dos Europas, se supone que dentro de la UE. Según su advertencia, una de ellas quiere suicidarse y echar por la borda de la insensatez su modo de vida en democracia y libertad.

La simpleza y reiteración de estos argumentos termina siendo tediosa. Las personas simples elevadas a la categoría de líderes se convierten en peligrosos dirigentes cuando utilizan como argumento político la fuerza devastadora de las máquinas de guerra que vomitan destrucción y muerte.

XLAS IMAGENESx y experiencias que nos llegan de Oriente Próximo no son verdaderamente ejemplares. Mucho antes de que se provocasen deliberadamente intifadas o que se decidiese construir el muro, las relaciones entre el Estado de Israel y los palestinos que habitan Cisjordania son trágicamente asimétricas.

Israel desconoce, de forma sistemática, todas las obligaciones que le impone el derecho internacional, que solo invoca para justificar su derecho a la legítima defensa, despreciando la opinión mundial sobre la desproporción de la respuesta. El odio generado por la conducta avasalladora de los sucesivos gobiernos de corte militar israelís, salvo el de Rabin, se habría generado en cualquier comunidad, fuese cual fuese su cultura y origen.

Los europeos arrogantes, según Netanyahu, sabemos analizar los problemas e intentamos acercarnos a la búsqueda de una solución racional, pero resulta difícil creer a unos falsarios compulsivos que nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino. Sus patrañas se alimentan de un grupo de iluminados, decididos a apuntalar sus pobres argumentos con acciones suicidas.

En los tiempos de las armas de destrucción masiva, no es posible que un pelotón de soldados salve a la civilización. Por suerte, cada vez está más claro que sólo sirven la inteligencia y el diálogo.

*Magistrado emérito del Tribunal

Supremo