WAwlguna de las múltiples franquicias terroristas de Al Qaeda parece estar detrás de las serie de siete explosiones registradas ayer en la red ferroviaria de la conurbación de Bombay, que causaron al menos 140 muertos y centenares de heridos. El estilo de los atentados recuerda enormemente las matanzas de Madrid, el 11 de marzo del 2004, y de Londres, el 7 de julio del año pasado, perpetradas por fundamentalistas islámicos. A ello debe añadirse que Bombay es a la vez la capital financiera y de la cultura popular de la India, lo cual otorga un valor simbólico especial a los atentados de ayer.

Que la policía india relacione las explosiones con el conflicto de Cachemira no hace más que reforzar la pista islamista. Desde el final de la guerra de Afganistán, una parte de los muyahidines afectos a la causa talibán se unieron a los grupos guerrilleros que combaten la presencia de la India en Cachemira. Y a raíz de los acuerdos suscritos por el presidente Bush con el Gobierno indio en materia nuclear, en marzo pasado, el universo de Al Qaeda reforzó su percepción de la India como un país enemigo de su causa. Las consecuencias que de ello se derivarían, como las explosiones de Bombay, habían sido vaticinadas.