Con un tercer ataque en lo que va de año contra un arsenal de misiles iranís supuestamente destinados a la milicia Hezbolá que opera desde Líbano, Israel ha entrado en el conflicto sirio. Del mismo modo, dicha milicia ha aumentado su presencia en el conflicto en apoyo del régimen de Damasco. Tel-Aviv, que mantenía una posición de inmovilidad ante la guerra en su frontera nororiental, justifica los bombardeos en la propia autodefensa, algo que sirve para explicar todas y cada una de las acciones militares de Israel. Esta irrupción en el conflicto pone de relieve que se libra algo más que la caída del régimen de un autócrata como Bachar el Asad . La guerra es en Siria, los muertos son sirios, pero lo que se dirime es otra guerra, en este caso a distancia, entre Israel e Irán. Los últimos acontecimientos sirven también al Gobierno de Binyamin Netanyahu para ejercer más presión sobre el presidente Barack Obama . Washington solo intervendría si un aliado suyo, o sea Israel, se viera agredido, o en defensa de ciudadanos estadounidenses. El presidente de Estados Unidos está en una posición cada día más difícil. Había dicho que el uso de armas químicas sería una línea roja dando por supuesto que quien las utilizaría sería el régimen de Asad. La comisión de investigación de la ONU sobre el uso de estas armas no ha llegado a una conclusión definitiva, pero alberga la sospecha de que los rebeldes también pueden haber usado gas sarín.