Pocas veces unas elecciones legislativas italianas habían sido seguidas con tanta atención, dentro y fuera del país. Y con razón. Se trataba de saber si los votantes serían capaces de derrotar al populismo rampante y de dar la necesaria estabilidad política para salir no solo de la crisis italiana, sino la del euro, es decir, la de todos nosotros. Los resultados son descorazonadores. El Parlamento que sale de estas elecciones será uno de los más ingobernables de la historia de Italia.

Hay dos elementos a destacar de entrada. El espectacular éxito del antipolítico Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo y el estrepitoso fracaso del centro capitaneado por Mario Monti . Un tercer elemento es la resurrección de Silvio Berlusconi , demostrando que se equivocaban quienes lo daban por acabado. Y un cuarto dato, el 25% de abstención, un porcentaje muy alto para un país donde votar se considera una obligación. Un último aspecto relevante es el decepcionante resultado del centroizquierda encabezado por el Partido Democrático, que, con todo a favor hace pocos meses, no ha sabido mantener la ventaja y ha pagado el precio de una pobre campaña en la que no ofreció una alternativa a lo que debía ser una buena parte de su electorado natural, los jóvenes que han preferido el griterío populista de Grillo. La posibilidad de unas nuevas elecciones no puede descartarse, lo que aumenta la situación de inestabilidad política.