La directora de Transportes de la Junta, Justa Núñez, ha informado en la Asamblea de que la mitad de los ciclomotores que han pasado por la ITV no la superaron a la primera: 5.000, en números redondos, desde el pasado 1 de enero, fecha en que comenzó a ser obligatorio pasarla. Se trata de un dato que demuestra lo descuidado que está el parque de ciclomotores en nuestra región y, por eso mismo, lo acertado de esa inspección, porque la ITV, aunque muchos propietarios de motos la ven como una ocasión recaudatoria de la Administración --y lo es--, constituye sobre todo un factor de seguridad para el conductor y para el resto de usuarios de las calles y de la carretera. Basta señalar que se analiza desde el estado de los frenos y los neumáticos a la velocidad de la moto y el nivel de ruido.

No era congruente con las exigencias públicas sobre seguridad vial, cada vez más rigurosas, que los ciclomotores estuvieran exentos de pasar por un análisis de idoneidad técnica para circular, mientras para los automóviles es obligatorio desde hace dos décadas. Máxime cuando las estadísticas de siniestralidad muestran que cada año mueren en España más de 250 motoristas, un centenar en ciclomotores.