Por fortuna --¡ay, qué respiro!-- a Iván Carrillo (Barcelona, 1972) le han faltado unos cientos de firmas para poder presentar su moción de censura contra Joan Gaspart, presidente del F.C. Barcelona.

Se ha quedado en puertas, como le ocurrió cuando renunció a ser de la junta azulgrana. Su posición es tan digna como el que con las cartas no liga el siete y medio porque, si se pasa, es peor. Pero en ambos casos gana la banca, formada por el presidente y su junta, mientras que los observadores --la oposición de verdad, contra la que carga Carrillo-- se ríen por lo bajo, lo mejor es dejarlo para siempre. Iván Carrillo, joven y agresivo empresario de la construcción, lidera el grupo Alternativa Blaugrana y afirmó, muy convencido: "Seré el próximo presidente del F.C. Barcelona". Ahora, si sabe esperar y otros le dejan, quizá lo consiga. También dijo: "No soy un submarino, soy un destructor".

Ello indica, si atendemos a la estrategia de guerra en la Marina, que no va en misión solitaria sino que sirve a los intereses de un portaviones o de un convoy de barcos mercantes. Sea como sea, Iván Carrillo es un perdedor que con su acción ha perpetuado en el poder a quienes, en teoría, quería derrocar y mantiene en sus posiciones a los opositores de siempre. Unos y otros deberían recompensarle por los servicios prestados. Se lo merece.